miércoles, 21 de abril de 2010

Los universitarios con pareja se enferman menos

Un nuevo estudio aporta evidencia sobre los beneficios para la salud de tener pareja.

Nadie puede decir con certeza si vivir 'ennoviado' o 'emparejado' es el estado ideal. Para los científicos, por otro lado, parece ser cada vez más evidente que es bueno para la salud mental y física.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Florida (Estados Unidos), liderados por el psicólogo Scott Braithwaite, se sumó al grupo de quienes defienden esta tesis tras concluir el análisis de una encuesta hecha entre más de 16 mil universitarios de ese país, de 18 a 25 años, que mantienen un noviazgo.

Los datos, publicados esta semana en Journal of the International Association for Relationship Research, revelaron que los estudiantes con pareja estable no sólo gozan de mejor salud mental (se deprimen menos y tienen niveles de ansiedad más bajos), sino que presentan menos sobrepeso y obesidad que los que están sin pareja, porque se cuidan más.

Los investigadores también encontraron que este tipo de relaciones "protegen" contra los comportamientos de riesgo. Los encuestados con novio o novia mantuvieron -señala el estudio- menos encuentros sexuales en el último año, en comparación con los solteros.

Lo mismo sucedió con el uso abusivo de alcohol. De hecho, en las parejas casadas el consumo de este tipo de sustancias se asocia con insatisfacción marital, infidelidad o violencia de género.
Los casados viven más.

En las dos últimas décadas han crecido las evidencias que señalan que las personas casadas o con pareja estable son más saludables y se autocuidan. Los cónyuges tienden a tomar menos alcohol, conducen en forma más segura, fuman menos y, por lo general, se sienten en mejor forma que quienes viven solos.

En otras palabras, viven más tiempo y con mayor vitalidad. Eso indica otro trabajo de investigadores de Finlandia y Suecia, publicado el año pasado en British Medical Journal. Estos concluyeron que compartir el día a día bajo el mismo techo reduce el riesgo, en edades avanzadas, de sufrir deterioro cognitivo.

Por el contrario, los individuos de mediana edad que viven solos tienen doble riesgo de desarrollar demencia y alzheimer que aquellos que viven con su pareja. Y las cifras son peores cuando se trata de una persona viuda o divorciada; en este grupo las probabilidades se triplican.

En declaraciones a El Mundo, de España, Alberto López Rocha, geriatra y presidente de la Sociedad Española de Médicos de Residencias, explicó que "la soledad va unida a la depresión, y si este trastorno psíquico se deja cronificar, puede derivar en lo que conocemos como pseudodemencia. A diferencia de la demencia neurológica, tiene solución tratando su causa".

El especialista aseguró que en su país buena parte de los adultos mayores que presentan signos de demencia han perdido a su pareja.

A raíz de los hallazgos de su estudio, la investigadora finlandesa Krister Hakansson y su equipo consideran que el estado civil de una persona a los 50 años debería considerarse como un factor de riesgo de desarrollo de demencia senil.

Hakansson y su grupo entrevistaron hace dos décadas a unos 2.000 finlandeses que, por entonces, tenían alrededor de 50 años, y hace un par de años les pidieron responder el mismo cuestionario, sobre hábitos de vida, estado de salud y señales de depresión.

De este modo establecieron que quienes conservaban a su pareja, y además estaban insertos en redes sociales y asistían con regularidad a reuniones y actividades grupales, presentaban tasas más bajas de deterioro cognitivo.

Aunque aún son necesarios más estudios para corroborar los resultados de investigaciones de este tipo, estos científicos insisten en que ya es posible plantear, a partir de ellos, intervenciones para prevenir el desarrollo futuro de estas enfermedades.

Redacción Salud

Con información de GDA 'El Mercurio' (Chile) y 'El Mundo' de España.

viernes, 9 de abril de 2010

La ONU desaconseja criminalizar a drogadictos

En un anuncio hecho en Viena la organización internacional abogó por concentrar la lucha en 'una política centrada en la salud'

"Las drogas ilícitas son una amenaza para la salud pública en todo el mundo", señala la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) en su informe anual publicado en Viena. Según los cálculos de la ONUDD, en el 2009 entre 172 millones y 250 millones de personas consumieron drogas prohibidas, incluidos los adictos, que estima que son entre 18 millones y 38 millones. Pero pese a ello, el documento resalta esta vez un mensaje optimista: que el problema de la dependencia de las drogas puede combatirse, y que la adicción es un mal curable.

"La dependencia y el abuso de la droga puede ser tratada, y el tráfico y la producción ilícita puede reducirse", subraya el informe. "Marcar a los consumidores (de drogas) como criminales no es una vía eficaz para tratar el problema", sino que, por el contrario, hay que buscar integrar el tratamiento de los drogadictos en la medicina general y los sistemas de seguridad social, señalan los expertos de la ONU.

Afirman que para la ONUDD, la dependencia de la droga "es sobre todo una preocupación de sanidad. Es posible ayudar a los consumidores de drogas, su adicción puede ser tratada, y esos individuos, una vez recuperados, pueden contribuir a sus comunidades". Por eso, se recomienda a las autoridades de los países invertir en la prevención y el tratamiento de salud como medida para mejorar la seguridad, la cohesión social y el desarrollo. Junto a medidas disuasorias del consumo y el cumplimiento estricto de la ley, la ONU insta a erradicar las condiciones que favorecen el problema de la droga a nivel mundial, como la pobreza, la inestabilidad o una deficiente gestión gubernamental, como estrategias para combatir el consumo de drogas.

Por el lado de la oferta, para limitar la producción, recomienda seguir persiguiendo a los traficantes de esas sustancias prohibidas, que son "los verdaderos delincuentes", y fomentar los cultivos alternativos.

VIENA (Efe)

lunes, 5 de abril de 2010

Diabetes, una excusa para comer bien

Esta enfermedad no ocasiona la restricción de la mayoría de los alimentos, sino que incentiva al paciente a comer de manera saludable y provocativa.

Tenía 26 semanas de embarazo cuando Paula Riaño se enteró de que tenía diabetes gestacional. La enfermedad la tomó por sorpresa, pues toda su vida se alimentó saludablemente y, gracias a su profesión -la culinaria- aprendió a cocinar en forma balanceada y agradable.

"Gracias a Dios, sólo tuve diabetes durante los periodos de gestación de mis hijas. Luego, desapareció, pero sentí lo que padecen muchas personas que viven con esta enfermedad", cuenta.

Esto impulsó a esta chef a crear un espacio donde las personas afectadas por esta enfermedad -que deben cuidar mucho su alimentación- pudieran aprender a cocinar respetando los parámetros que deben cumplir por su condición de salud, pero en forma rica, saludable y casi sin restricciones.

De este modo creó una clase de cocina para diabéticos en la academia donde trabaja: "Me dediqué a jugar con los alimentos que me ayudaban a estabilizar la glicemia y me di cuenta de que no existen muchas restricciones; el secreto está en encontrar recursos para comer rico y saludable", concluye (ver recuadros de recetas para personas con diabetes).

En la comida está el secreto

En Colombia hay alrededor de un millón y medio de personas con diabetes tipo 2 ó del adulto (que es la más común y está muy relacionada con la obesidad, el sedentarismo y la mala dieta) y 30 mil con el tipo 1, según datos de la Asociación Colombiana de Diabetes.

Esta organización estima que"la diabetes tipo 2 aumentará casi en un 140 por ciento de aquí al 2030, debido al incremento de personas obesas, sedentarias y con malos hábitos de alimentación", señala Pablo Aschner, endocrinólogo y epidemiólogo clínico, subdirector de la Asociación Colombiana de Diabetes y miembro del Grupo de Epidemiología de la Federación Internacional de Diabetes.

Este mal se caracteriza porque los afectados mantienen un nivel elevado de azúcar en la sangre por la insuficiencia o el trabajo inadecuado de la hormona insulina en su cuerpo. Cuando esto sucede, es necesario regularla a través de la comida que consumen. A veces es necesaria la inyección de insulina.

"Con la alimentación se pueden manejar los índices de glicemia y alcanzar las metas de control indicadas para la diabetes", dice Marcela Torres, nutricionista y coordinadora científica del Centro Colombiano de Nutrición Integral (Cecni).

No obstante, el cambio en la alimentación genera angustia, estrés y desaliento en los pacientes.

Es más, muchos dejan de asistir a reuniones sociales porque dicen que no pueden comer nada, comenta la psicóloga Adriana Flórez, especialista en terapia sistémica y coordinadora de las actividades de educación de la Asociación Colombiana de Diabetes.

Por eso, una de las primeras labores de Riaño con pacientes consiste en hacerles entender que la comida no tiene que ser una fuente de sufrimiento.

De hecho, insiste en que detrás de la alimentación hay un nuevo estilo de vida que no sólo favorece a los diabéticos, también a la familia.

De acuerdo con Torres, contrario a lo que muchos pacientes creen, la clave del control de la diabetes no es la eliminación de los alimentos, sino el manejo de las porciones que se establecen según las condiciones de cada persona (peso, edad, género y actividad física que realice), "éstas van a influir en el aumento de azúcar en la sangre", dice.

Lo ideal es que la mitad del plato contenga vegetales u hortalizas crudas o cocidas. Un cuarto, harina, y el otro, proteína -agrega la experta-.

También se puede medir con la mano: el puño representa la porción de carbohidratos, la palma es proteína y la cantidad de hortalizas y verduras deben caber en las dos manos.

Es fundamental fraccionar la dieta, pues el organismo no tiene la insulina suficiente para procesar una gran cantidad de alimento. Por eso se debe comer cada tres horas, en promedio.

También es indispensable que contenga bastante fibra soluble, que lentifica la absorción de los carbohidratos durante la ingesta, lo que permite que la acción de la insulina sea más eficiente.

Consejos de alimentación...

Si una persona no tiene suficiente insulina, debe limitar la cantidad de harinas.

Se recomienda consumir las que sean ricas en fibra soluble; lo ideal es incluir una porción de estas en cada comida principal y en los refrigerios, según la glicemia del paciente.

Se deben eliminar los azúcares e incluir los endulzantes sin calorías.

Es aconsejable el consumo de frutas y verduras, pues aunque algunas contienen carbohidratos, el porcentaje es menor que el de las harinas. Además, tienen fibra soluble, sobre todo si se consumen enteras.

Hay que evitar el consumo de grasas de origen animal y usar las de origen vegetal, pues no tienen colesterol.